Hay canciones en la larga discografía de Asfalto que, con solo darles un toque nuevo, brillan por sí mismas.

En diciembre de 1978 se publicaba Al otro lado, el primer disco (segundo álbum) en el que el tándem creativo formado por Castejón y García Banegas nos descubría a una banda renovada, capaz de sobrevivir a la conmoción que supuso la salida de dos de sus miembros más relevantes: Laina y Jiménez.

Tras la publicación del primer álbum apenas nueve meses antes y la notable repercusión que este estaba teniendo, muchos pensamos que Asfalto no lograría sobrevivir. Sin embargo, ya durante el verano de aquel año, quienes acudimos a ver a la banda que nos había sorprendido y enganchado nos encontramos con algo distinto a lo esperado.

Una formación más progresiva, en la que los teclados —interpretados por un teclista excelente— junto a la voz de Julio, imprimían un sello nuevo dando forma a un Asfalto distinto, capaz de brillar por sí mismo sin defraudar expectativas. Hubo quien echó de menos aquel estribillo de Capitán Trueno que sonaba incluso en las atracciones de feria; pero, por el contrario —y aquí me incluyo—, fuimos muchos los que pensamos que en aquel Asfalto insospechado había mucho más que los réditos generados por el primer LP.

Al otro lado era un álbum muy distinto a su predecesor. La banda apostó por mostrarse tal como era, sin condicionar su estilo a la continuidad del debut. Ese rasgo de honestidad reforzó nuestro convencimiento de que del seno de Asfalto, por bipartición, habían surgido dos proyectos nuevos e igualmente interesantes: Topo y el nuevo Asfalto, un nombre que, según hemos sabido después, se mantuvo únicamente por presiones externas.

Han pasado muchos años y, hasta donde sé, hay que agradecer a Julio y a Paul que hayan sabido desempolvar esta maravilla, dotándola de arreglos diferentes para un gran tema. Volvamos a disfrutar de Nadie ha gritado.

Deberíamos animarles a que esto no sea solo una excepción. Las grandes canciones no tienen por qué permanecer en el armario de los recuerdos: merecen salir de fiesta.

GAM 

 



  

 

 

  

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