Justo a finales de mayo se acababa de publicar "Más que una intención". Tras la grabación del álbum, por intercesión de nuestro mánager, fuimos contratados en una sala ubicada en la playa del Arenal, en Mallorca, donde pasamos varias fechas tocando a diario. Sirvió la experiencia para consolidar el repertorio que presentaríamos a lo largo del verano, para el que ya se nos anunciaba una agenda interesante. Con la incorporación de Miguel Oñate nos presentaríamos a nuestros seguidores con una renovada ilusión basada, no sólo en el "discazo" que acabábamos de grabar, sino en cómo sonaba la banda en directo. Y así comenzó una de las giras más exitosas de cuantas hiciéramos hasta entonces. 

Aristos, la oficina de management de Jesús Caja, desgraciadamente ya su nombre entre el de los amigos ausentes, vivía con esplendor el éxito que estaba cosechando Barón Rojo. Cabezas de cartel en cualquier festival que se programara, de ello nos íbamos a beneficiar los Asfalto. Tanto fue así que coincidimos en muchos de ellos pues se nos vendía en paquete. A decir verdad, los barones sonaban potentes. Nosotros no menos. La gente disfrutaba de dos buenas bandas y salía encantada de aquellos conciertos. 

Fueron más de 60 conciertos. Para mí, en lo personal, fue en una maravillosa experiencia. Con 32 años recién cumplidos me sentía en plenitud. Todo estaba en orden, tanto en materia de afectos como en los demás planos importantes de la vida. 

El verano del 83 lo tengo en el cajón donde se guardan los mejores recuerdos. Tal vez fuera un premio que me dio la vida y que hoy, justo 40 años después, valoro tal vez como no lo hice entonces. Es lo que tiene hacerse mayor y no perder la memoria; la mía definitivamente anclada para bien a los rostros que aparecen en la foto que ilustra este escrito. Técnicos (de pie) hermanados con esa virtuosa delantera (en cuclillas).

Y eso es todo, amigos. Que una brisa suave y fresca os acompañe si es que la encontráis. 

Abrazos,

Julio Castejón.


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